Por José Alemán Mesa

Toneladas de papel y ríos de tinta se han gastado registrándose los problemas de los ciudadanos. Pero, continúan sombreándose con marcador rojo temas que son “de siempre”; aunque solucionar lo dicho por correos electrónicos, redes sociales de Internet, en portales web, llamadas telefónicas, en la prensa o en cartas, ha dependido de muy difíciles condiciones materiales, que sí no son las “de siempre”.

Hablemos de la Vivienda, el funcionamiento de sus entidades (peloteo, burocratismo, demora en trámites, sociolismo…), los materiales de la construcción (trabas de asignación y conductas inescrupulosas) y el déficit habitacional, tomando en cuenta que conviven generaciones en una misma casa; si bien, poco a poco, se abren paso programas estatales, como el de las madres con tres o más hijos menores.

Domicilios en mal estado, que se agudizan con el tiempo y los embates meteorológicos. Arduo es que un trabajador repare (no digamos levante) su casa por esfuerzos propios, cuando un saco de cemento ronda los 800.00 pesos en la calle y, encima de eso, se le dificulta adquirir la cabilla, el bloque, la arena, las lámparas, las instalaciones hidrosanitarias…, a no ser que las compre también por fuera. Los silos de cemento se raspan, pero los débitos son mayores.

Debajo de una mata o en la parada, se debate sobre el deterioro de algunos servicios médicos por déficit de insumos. Con tinta roja, se refieren a desinformación, maltrato y amiguismo. Otras “broncas” tratan el estado higiénico (suciedad), la transportación de enfermos (demoras), la alimentación (calidad y cantidad inconsistentes) y aspectos constructivos de instituciones sanitarias.

Y sí se trabaja, por ejemplo en los consultorios y el Cuerpo de Guardia de Pediatría del Hospital Provincial Doctor Antonio Luaces Iraola, pero sabemos que es muy complejo el ranking de prioridades en Salud Pública, sector por el que, cada año y a pesar del cerco imperial de siempre, pasan millones de pesos (producción de vacunas, compra de equipos…). De lo que no se habla, al menos no con el mismo ardor, es de cómo descuidamos lo que se hace en disímiles sentidos.

En las farmacias, por otro lado, salen a relucir las bodegas, las placitas y las casillas. En las bodegas… salen a relucir las farmacias. Escasez e insuficientes gestiones las identifican. La población pone cara a lo referente a la distribución inestable de medicamentos, los servicios ortopédicos, ópticos (no hay tales cristales ni marcos de espejuelos) y de rehabilitación. Cuestionan el mal manejo de los recursos existentes.

Otro de los tantos desvelos, tal vez el peor, es la inflación, la desproporcional relación entre el salario y el precio de los productos y servicios, el desabastecimiento y el bajo nivel adquisitivo en algunos sectores (jubilados, asistenciados…). Se deterioran con el fenómeno económico las conductas sociales e incrementan las ilegalidades.

Cuentan mis vecinos que, años atrás, la ganancia de quien compraba cerdos, los mataba y los vendía enfrente de su casa, con respecto a quien cebaba el animal en un corral durante meses, era de 15.00 pesos por libra, más o menos. Sin embargo, hoy, consigue el puerco en pie a 130.00 pesos la libra y expende la carne, luego de trocearla, a 220.00. Gana muy por encima del propio criador, atropellando la clientela con un margen abismal y echándose al bolsillo su perfidia.

Se suman la emigración (dejar los problemas aquí o buscar sus soluciones desde fuera), Viales (calles malas, sin aceras), decaída producción de alimentos, Acueducto (abasto de agua, salideros y tupiciones en las fosas y el alcantarillado), producciones industriales que apenas se ven, proliferación de tiendas en moneda libremente convertible y las de pesos cubanos casi sin ofertas, empleo, seguridad y asistencia sociales, servicios gastronómicos, higiene comunal (vertederos, mala recogida de basura, churre por doquier) y necesidad de más transporte (particular, urbano, interprovincial y ferroviario).

Aunque la voluntad política para escuchar y hacer siempre esté, solucionar requiere celeridad, inmediatez o plazos que debieran ser considerados sagrados, recursos mediante. De lo contrario, mi abuela seguirá “oyendo lo mismo” que hace años, en espera de encontrar el país que construye, disfruta, sufre y, sobre todo, defiende.

Claro está, en la calle “todos somos manager en la pelota”. Y no todo lo que se habla es y no todo lo que es se habla, también de siempre.