Se siente súper entoleta’o que me vean en la calle y me digan «¿Alemán Mesa?». Parece que les diera la punzá del guajiro. Y es que, si el día fue una m…a, lo que escribo hace el mismo efecto que el aceite de recino. Lo mío, lo mío, es que pujar duela menos. No le puedo decir que soy más bueno que el pan, porque soy yo el que no tiene comparación.


Como ustedes saben sigo conecta’o con cositas de la vida. Detallitos que nos la ha puesto más dura. Soy como experto en servicios de urgencia, porque siempre los cojo al darles un ataque y terminan repuesticos cantidá. ¿O no? No puedo decirles que leerme es un banquete, polque entonces me salen con ¿qué es un banquete? No tengo na’ pa la pérdida de memoria.


Fui al médico porque estaba flojo de la barriga. Me dijo: ¿usted desayuna, merienda, almuerza, merienda, come, merienda? Respondí: y usted es comemerienda, ¿dónde vive? Sigo flojo de la barriga.


Antes una «mano» de plátanos fruta costaba cinco pesos, ahora es a peso la uña de cada de’o de la mano de plátano. Una manzana vale 100.00 «cabillas», una puerta perfecta a la inversión extranjera. Antes pasaba el termo de «aguas mansas» y ya no. Una pizza 30.00 pesos. Doctor, que ya ni canto ni como frutas. Estoy entre Blanco y Trocadero.


Fíjese si la cosa está apretá que ya no se encuentran fácilmente los cuartos bates y a la escasez le llaman dieta. La gente hace poco el amol, pa’ ahorrar energías. Ya ni se quema basura ni calorías. Vivo con el credo en la boca. No solo yo los dejo boquiabiertos.


A las casas les pasa como los cubanismos construidos con las bolas: unas botan las bolas, otras le dan a la bola por la misma costura, no pocas comen bolas, buena parte está arriba de la bola, disímiles no ven pasar la bola, varias se van sin bolas y la mayoría tiene que tirarle a la bola mala. Siempre hay sus bolas de humo, de manteca y de m….a.


Aplausos pa las bibijaguas y las biyayas. Los que tenemos echa’o un bilongo las admiramos. Sí, sí, de vez en cuando se me monta, pero el bobo. Ojalá nunca se me funda el bombillo, aunque me quede el casco y la buena idea.


En 2022, no le digo «eche gasolina», porque hasta pa eso la cosa está dura. Pero, como ya le comenté, ¡estamos vivos coño! Cubanos al fin, más contentos que un carnaval.

(…)

¡Ir dando tumbos!

Equivocarse de autobús, perder la maleta, pagar “un dineral” por un tramo… Es inevitable que, a veces, cuando se viaja, las cosas no salgan como queramos. ¿A veces? ¡Bueeeeeno! Pero, en lugar de crear un trauma, estos “percances” incrementan nuestra larga experiencia viajera, profundizan en la conexión con un país y su gente.

Cuando uno se ve botado por ahí queda preso de una determinación tozuda que roza lo obsesivo. ¡Uuuyyy! ¡Qué lindo quedó eso! Me acurruco en la esperanza, hasta que la realidad me despierta a empujones.

4:15 am. Llegó el de pie para mí. Olino, desayuno, cepillo los dientes… Cargo con la mochila y emprendo mi andar por la polvorienta localidad. Las luces son un bien escaso en esta parte de Cuba. Los terribles ladridos de los perros sofocan a cualquiera. Me recoge un carretón y llego así a la parada.

Hago el dos en la cola para la guagua de las “5 y tanto” am… Arranca el ómnibus. Entre el “Pedro parada” y “¡oyeee, la COVID no se ha acabado!”, se agota el trayecto.
Durante el viaje me viene a la mente una ruta en kayak por los canales de Venecia y la imagen de este cubaniche gritón chocando contra una góndola. Cuando reacciono, empiezo a “remar” en silencio e intercambio sonrisas conmigo mismo. Ese no es el currículum de un trotamundos impenitente, sino el singular cuentakilómetros de un viajero rutinario. Y sigo con mi Joaquín Sabina pegado a los oídos.

Puedo hasta decirles qué pasará en la tarde: cogeré la misma guagua de regreso y me dejará en las afueras del municipio cabecera en plena noche, porque a algún sesudo se le ocurrió que en ese horario no llegue hasta la polvorienta localidad.

Lo común es que no halla ni un alma. Que alivie la vejiga tras un poste. Sudado y cariacontecido, acepto la oferta de cualquier conductor que pase por allí.
Imagino que veo desde casa al cielo estallando de color con la puesta de sol, devoro montañas de ese “algo que comer”, escucho mis canciones antiguas y le escribo a ustedes, mis amigos. Pero no.

Abatido, me siento en el columpio del portal de casa y me pregunto qué más podía salir mal. Así es la vida del cubano, siempre serpenteando.

Solo el que ha viajado, sin un transporte propio, sabe lo que significa ir dando tumbos, con la única certeza de saber la hora en la que sales de casa y la enorme incertidumbre de no tener idea de la hora de regreso. Después tratar de recuperar el sueño perdido.

(…)


No lo puedo negar. Extraño la botella, los camiones particulares, los carros estatales y estatales particulares . Meter la mano en el bolsillo, una veces sacar y otras no, pero meterla. “Meterle mano” a lo que pase. Pero ahora, amigos míos de aquí y de allá, ¡tengo tronco’e tren! Preste atención, para que luego no se “quede bota’o”.


También extraño la gente cargada de cajas, maletines, un puerquito dentro de un saco chillando, un bolsito a medio ganchete. Y uno se pregunta ¿qué se hicieron las cajas con gallinas? ¿Y los puerquitos? ¡Uno se hace cada pregunta!


Sin embargo, ustedes saben que estoy pa lo que se cae. Hoy, delante de mí en el tren, una joven cruzada de brazos. Una blusa linda cantidá, con un letrero que decía Viva… Y yo ahí, faja’o, loco por ver más . Cuando pagó, chan chan chan chan…, ¡Viva Hawaii! Trabajo político e ideológico a favor de Hawaii. Por cierto, no pocos se planificaban un viaje a las “islas hawaianas” de aquella mujer. ¡Ño!
Hablando de “islas hawaianas”, cuando llegué a la esquina de la dulcería La Flor, acá en Ciego de Ávila, una mujer con dos cakes encima de una bandeja. Quiso llevarlo to’ sin soltar el celular. De repente, la mujer, como loca, le cayó a lengüetazos al móvil. Se había embarrado por una esquina de la bandeja y ella no quería perder la oportunidá. ¡Di tú y no es de pollo!


Por cierto, ¿qué sabemos del atraso del café de la bodega? Se espera esté en manos de los consumidores antes de concluir diciembre. Mi mami está algo contenta, porque tendrá café ¡Hola! pa’ fin de año. Sí, sí. El café, como to’, se estira, pero nunca llega. Lo importante es que ya arribó al país la materia prima, ahora solo falta que al chícharo se le pase su tángana y quiera mezclarse, porque lo veo más antipático . Oye, que no los dejan “coger un diez”. Ya no hace falta ni que me digan: Aguanta un mes… ¡Aguanto y qué!


¡Uy! ¡Disculpen! La cuota de enero dependerá de que entre más café al país, porque todavía no se tiene esa garantía. Si me ven en alguna funeraria, asilo o en el banco de sangre no se asusten. Incluso si me ven en la prisión no es por café, es pa tomar café. Es que a ellos dicen que se les garantiza.


¡Uy! ¡Disculpen! Presto mi tren, mi caballito, le robo el carro a cualquier jefe…, si no hay transporte o ataca el déficit de combustible a la hora de distribuir el Coffee. ¿Alguien sabe si, además del café, sucede algo con la distribución de compotas? Si no sabes, no te metas.
No olvides que hoy Tirar un cabo es Tirar un cabo. La jugada está apretá. Ponte pa esto… Necesito un pari, fetecún o descarga. Necesito fula, dólar, chavitos, mony, baro, estilla, astilla, pasta. ¡Uy! ¡Disculpen!

(…)

¡»Encadenamiento productivo»!

Es exactamente así. He establecido un «encadenamiento productivo» entre #ETECSA y #Comercio. ¿Cómo? ¡Sencillito! Comercio me vende, cuando puede, cuatro cajas de cigarros (Popular o Criollos) por la libreta de abastecimiento y yo, con vender una semanal, garantizo el paquete para conectarme el mes. ¡Fúmate esa! Ese es mi mega-negocio.


Y ahora a 110.00 «estacas» tanto los cigarros como el paquete básico, ¡silvió! Ambos, el fumador y yo, nos mantenemos el vicio.

A ETECSA, antes, no había quién se la fumara y tenía el don maquiavélico de esfumar tu sacrificio. La «compañera S.A.», entre una cachá y otra, me dejaba sin megas. ¡Ahora se avanza hacia la disipación de la «humareda» que nublaba mi juicio, qué digo, vista! Y uno tan pasivo como el mismo fumador pasivo.

No olvide: tanto ETECSA como el cigarro queman por dentro y solo tú puedes apagar esa llama. O mejor, llamará. Por cierto, me preocupa la salud de TABACUBA .


¡Tronco’e emprendedor que soy! Este Criollo cada vez es más Popular y estoy mega-agradecido . Si un día lo que escribo es un tabaco, no se lo fume y me manda para casa de la… nicotina.


En resumen, estoy de chupa y déjame el cabo.

(…)

¡Chapeando bajito!


A cada fiera le llega su domador. Al #histérico e ido de revoluciones le llegó el #Clordiazepóxido. Y uno que cree que los muertos no salen, mucho menos que hacen ruidos, recibe con agrado la noticia de que está vivito el compañero ansiolítico. Pero ¡bueeeeeno!, según la gente, en 2022 morirá pa siemple. Pobres los que estamos más locos que una regadera, quimba’os.

El «muerto vivo» llega en fin de año, en cantidades pa no pocos arrebata’os , cuando durante meeeses estuvo ausente y las personas necesitándolo. Así mismo ha pasa’o con la #Difenhidramina. Con el primero (Clordiazepóxido) buscan agotar las reservas antes de cerrar el calendario y, con el segundo (Difenhidramina), evitan perderlo, próximo a la fecha de vencimiento.


¿Agotar reservas pa sacarlo de circulación? ¿Próximo a vencerse? Disculpen si no tengo las respuestas. Incluso, a un año de los precios de la Tarea Ordenamiento, todavía en el blíster cuesta $1.45 y, en verdad, vale como $33.00. Y no es que uno tenga reuma en el codo, pero el aumento fue de más de veinte veces. En el año nunca lo había compra’o.
Tremendo perro muerto hay que dar en el consultorio y luego en la farmacia. Después de tanto blablablá, no hay mejor droga. Obviamente, eran caras de velorio, turulatos.


Y allí Yiya Matraquilla, quien estuvo a cargo de despedir el duelo al Clordiazepóxido y hablar de la compañera Difenhidramina con enrojecimiento, irritación, picazón, lagrimeo, algunos estornudos y hasta secreción nasal, to’ contra lo que lucha el mismo antihistamínico. Se quedó más vacía que su botiquín. En la farmacia tendrá su rincón del honor.


Han enviado sus condolencias la dipirona, la amitriptilina, la familia de Vitaminas (C, D, E, B…), la benzatínica, la tioridazina, el clopidogrel, la espironolactona, el ibuprofeno, el captopril, el enalapril, el clonazepam, el atenolol, la digoxina, la levodopa, la metildopa, el omeprazol, el acliclovir, el micocilén, el mentolán, la indometacina, el cotrimoxazol, la cipro, el carbón y pepsina, el clobetazol, los estrógenos conjugados, la gentamicina, la lidocaina, la triamcinolona… También, aunque algo mal llevados, los ácidos acetilsalicílico, fólico, ascórbico y nalidíxico. Un cuadro nada básico, ¡un cuadro de verdá!


Ahora con qué apretaremos las tuercas, ahora con qué evitamos un tueste, decían. El Clordiazepóxido nos ha dejado un gran vacío, su despedida es un trago amargo. No creían ni en la madre de la Difenhidramina. Había hasta quien lamentó no tener con qué sedar el tenis que tiene en la cabeza. ¡Ay Clordiazepóxido, Clordiazepoxidito de mi corazón, me dejas hecho un tareco! ¡Cuántos más perderé! Si los pinchabas, no echaban sangre.


¿Más locos que pastillas? Creo que comenzaré una gira por los consultorios, con mis histerias, qué digo, historias. No me pueden negar que soy una pastillita. Cualquier pase a tierra está con-templado en mi prospecto.


La situación a uno lo Dextrosa. El bloqueo es Nitroglicerina, ¡anda chapeando bajito!