Hace algunos años, compré los únicos dos tomos de la obra “Che en la Revolución Cubana” que quedaban en una librería avileña.

El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara me salió económico, seis pesos en moneda nacional. Sin embargo, es incalculable lo que uno aprehende cuando lee a ese gran revolucionario. Aprecio su inmensidad, sin ponerle precio.

En el tomo IV (discursos 1962-1963), el compilador Orlando Borrego Díaz, reseña las palabras del Guerrillero Heroico en la inauguración de la fábrica de galletas Albert Kuntz —uno de los grandes luchadores de la clase obrera alemana, asesinado por las hordas hitlerianas—, en Guanabacoa, el 3 de enero de 1962.

Ante los compañeros representantes del Gobierno de la República Democrática Alemana, de los trabajadores, directivos…, explicó:

A su pensamiento, sus discursos, solo le falta su viva voz. Otro parlamento inmortal, dicho el 6 de enero de 1962, en la Asamblea de trabajadores portuarios, nos recuerda la importancia de la producción y de saber que, si se afloja en la atención al pueblo, aparece una gran debilidad. Y esa máxima de todos los tiempos, está presente en nuestro proceso.

Y en ese mismo discurso, a 58 años, inmortalizó la significación de sustituir importaciones. En la actualidad, es el llamado “de moda”, en la lucha por convertirse en modo de vida de un país que no se “explota” a sí mismo tanto como pudiera.

“¿Y cómo se mide el aumento de la productividad?”, preguntó el Che:

Ese era Ernesto, transparente. Así manifestó en una entrevista relacionada con la Segunda Zafra del Pueblo, el 27 de enero de 1962.

Sin querer abarcar ambos tomos, llegamos al discurso del 31 de enero de 1962, en la entrega de premios a ganadores en la emulación de círculos de estudio.

De esta forma, siguen vigentes las palabras y conceptos del Che. Son tantas y tantos que, si usted quiere, le presto los libros. Buscar al Guerrillero es como ponerle un termómetro a lo hecho, después de lo dicho.   

José Alemán Mesa